El Sol se encaramó a las nubes cuando salí de Roales, dejando que un rayo displicente me cegara. Involuntariamente cerré los ojos y empecé a reproducir la cinta de viejos recuerdos nebulosos.
Podía oír el ruido de lo que yo creía un motor bajo mis chiquitos pies, avanzando a través de adoquines de piedra. Al mismo tiempo, sentía como mis labios carmín asumían la forma de una leticia sonrisa mientras me acercaba, cada vez más aprisa, a mi madre, esperándome con los brazos abiertos y gritando mi nombre con su dulce voz. Lucía el Sol de Invierno.
Salto de pista.
Bajo el cálido Sol de junio, empujaba apremiado los pedales de mi bicicleta nueva dejando atrás velozmente el Rvbicón. Alea iacta est. Llegaba tarde al examen; no había estudiado.
Fin de la reproducción.
El rayo se apaga y continúo calle abajo. El tiempo pasa, e inesperadamente, sigo en Sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario